Artículo: Financiación para proyectos de I+D+i, primera parte. Principios básicos

Artículo: Financiación para proyectos de I+D+i, primera parte. Principios básicos

Artículo: Financiación para proyectos de I+D+i, primera parte. Principios básicos

Se habla mucho de las subvenciones como forma de financiar proyectos, pero consideramos en la Fundación Canaria Parque Científico Tecnológico de la ULPGC que es necesario comprender algunas cuestiones básicas sobre la financiación (en general) de proyectos, concretamente de I+D+i.

En este artículo desgranamos, con nuestra visión particular y en ningún caso "oficial", algunas explicaciones sobre las distintas formas de financiar un proyecto de I+D+i. Es probable que algunos puntos sean inexactos, en cuyo caso recomendamos contactar con nuestros técnicos de transferencia de tecnología. Vamos a dar algunas pinceladas a vista de pájaro sobre el esquema habitual en Canarias.

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En principio, cuando hablamos de “I” (investigación), “D” (desarrollo) o de “i” (innovación) estamos hablando de cosas distintas, aunque muchas veces se puedan confundir. Hablamos de “investigación” cuando partimos de una idea u observación sobre algo que no entendemos, elaboramos una hipótesis que explique eso que no entendemos, elaboramos una serie de pruebas, experimentos, que nos permitan comprobar si la hipótesis sirve o no y terminamos con algo parecido a “pues mira, resulta que este fenómeno es así y se explica de esta manera”. Lo que hace la comunidad científica, básicamente. Es habitual terminar con publicaciones en revistas especializadas “de impacto”. Como podrán imaginar, financiar algo así tiene sus propios mecanismos, pero lo básico para entender la financiación de la investigación es que no es usual que quien ponga el dinero espere recuperarlo, al menos rápidamente. En primer lugar, porque puede ser que el proceso de investigación no llegue a ningún resultado relevante (no se sorprenda, la investigación más básica se enfrenta a incógnitas, y el camino hasta obtener conocimiento suele estar salpicado con muchos pequeños fracasos intermedios), y en segundo lugar, porque del resultado de estas investigaciones pueden derivarse nuevos productos, pero puede pasar que el proceso hasta llegar a ese producto sea bastante largo, lo explicaremos en otras entradas. Este panorama es así en todos lados: la financiación del CERN, en Europa, o de la NASA, en USA, depende de lo que los gobiernos les destinen, básicamente (hay empresas que invierten en este tipo de cuestiones, pero no es lo más típico).

Hablamos de desarrollo cuando queremos ir un poco más allá, hablando mal y pronto, respondiendo a la pregunta “¿y si, ahora que sabemos cómo funciona este fenómeno, vemos si esto es aplicable a esto otro...?” Es decir, aquí caben las desmostraciones con prototipos y similares, que dan una idea de aplicaciones prácticas de esos hallazgos científicos. Pero, por lo general, por muy bien que funcione un prototipo, no es obvio el paso a la industrialización y la posterior venta al público del producto final. Aquí es donde entra la innovación (la basada en tecnología, pues innovación hay de muchos tipos). En este punto, la empresa es protagonista, pues es el agente que va a contrastar esos desarrollos tecnológicos con la aceptación por parte del público, con la factibilidad de producir algo en masa, etc.

Veamos un ejemplo sencillo, y hasta algo absurdo, para entendernos. Un científico sospecha que puede dar con una forma de teletransportar humanos, basándose en el entrelazamiento cuántico. En primer lugar, hay que ver si eso es posible de alguna manera. Es decir, empezamos a investigar. Pongamos que conseguimos entender cómo sería el proceso, y el resto de la comunidad científica lo ve factible (según el método científico, es importante que el estudio sea reproducible por el resto de la comunidad). Ahora se podría fabricar una máquina que permita teletransportar gente. Ese punto vendría a ser el desarrollo. Pongamos que desarrollamos la máquina, que funciona, pero tiene algunos problemas, tales como que en el proceso de teletransporte no conseguimos teletransportar objetos completos o que calculamos el posible precio de un pasaje de teletransporte y vemos que el viaje cuesta algo desorbitado, pongamos por ejemplo 10.000.000 de euros. En esta situación, parece obvio que queda mucho hasta obtener la máquina que funciona razonablemente bien, que ofrezca viajes que pueda (y quiera) pagar alguien. Es decir, la innovación va de transformar una tecnología en algo que se vende. Llegar al mercado, en otras palabras.

Ahora que hemos entendido qué es la investigación, qué es el desarrollo y qué la innovación, vamos a plantearnos la siguiente pregunta, por fin: ¿cómo se paga todo esto? Lo más intuitivo sería pensar “quien vaya a ejecutar esa parte del proyecto”. Ya vimos que, en el caso de la investigación más básica, lo que se hace en el CERN, por ejemplo, es difícil que una entidad pague la cantidad necesaria para chocar partículas y entender lo que pasa tras estos choques sin contar con mecenas. Como hemos visto, es típico que esto se pague con fondos públicos, pues el objetivo de la investigación básica, en principio, es simplemente obtener conocimiento. Saciar la curiosidad humana. Ya se verá qué hacer con ese conocimiento.

En el caso de la innovación, una primera idea sería que, si la empresa X está pensando en introducir un nuevo producto en el mercado, se pague ella misma todo lo necesario para hacerlo. Y así es como se piensa en general. ¿En España, y más concretamente en Canarias, es así? Hay matices. Y aquí radica una buena parte de la estrategia de cada país. EEUU, por ejemplo, prefiere que todo lo que tenga que ver con empresas se mueva con capital privado, y como el hecho de obtener dinero en proyectos con riesgo de que no funcionen es complicado, se puede recurrir a inversores, préstamos de bancos o lo que corresponda... en Canarias, sin embargo, este modelo está empezando a dar sus primeros pasos, quizás le falta un tiempo hasta tener madurez y fluidez. Por tanto, se ve como un objetivo de la propia administración el “empujar” a las empresas de alguna manera para que se embarquen en proyectos de innovación, por lo que hay fondos públicos también para innovación.

Ahora, vamos al caso concreto de Canarias. En general, tendríamos (aparte de la financiación propia de la empresa):

- Subvenciones

- Préstamos

- Incentivos fiscales

- Inversores

- Crowdfunding

Iremos desgranando estos puntos en futuros artículos.

Este artículo es posible al basarse en el trabajo de los técnicos de transferencia de tecnología universitaria en la Fundación Canaria Parque Científico Tecnológico de la ULPGC, con la ULPGC, y en el marco del proyecto de asesores en esta materia, Red CIDE. La Red Cide es una iniciativa del Gobierno de Canarias cofinanciada por la Agencia Canaria de Investigación, Innovación, y Sociedad de la Información y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional en un 85%. Canarias Avanza con Europa.

Créditos de las imágenes: Basic by Nick Youngson CC BY-SA 3.0 Alpha Stock Images; Plant Design Intention Beginning Road Start Stop.